LA MAQUINA PERFECTA

El cuerpo humano

¿Te has parado un momento a pensar en lo increíble que es tu cuerpo?

No hablo solo de lo que ves cuando te miras al espejo. Hablo de ese conjunto vibrante de huesos, piel, impulsos, pensamientos fugaces, sueños de colores, carcajadas repentinas, hipos y estornudos traicioneros, mariposas en el estómago… deseos candentes y antojos de chocolate, o de un cafecito con su pan común y su cachicurpa.

Es que más allá de la superficie, somos una auténtica obra de arte viviente. Una maquinaria compleja que funciona con tal precisión, que es imposible emular ni con las mentes de todos los genios del mundo, de ahora y de siempre.

Una sinfonía de células que se entienden sin hablar, tocando al compás de una partitura exquisita demasiado perfecta como para haber sido escrita al azar.

No son una o dos cositas que funcionan bien, mira nada más: nuestro cuerpo tiene 80 órganos, 206 huesos, más de 37 trillones de células, unos 96,000 kilómetros de vasos sanguíneos (sí, se podría envolver dos veces a la Tierra con ellos), 4,000 tendones, más de 639 músculos, 86 mil millones de neuronas, 360 articulaciones, 1,000 ligamentos y 46 pares de nervios

¡¿Cómo cabe todo eso en un solo ser humano?!

 ¡Y no solo cabe, sino que trabaja perfecta y coordinadamente, como un equipo de élite! No hay margen para errores grandes. Es superior al mejor reloj suizo.

Una ingeniería que no pudo ser casual

Siendo honestos: ni el robot más moderno, ni el celular más caro del mercado, ni la inteligencia artificial más sofisticada, ni la computadora cuántica más poderosa, se acercan a lo que somos, ¡ni de lejos!.

Nada de eso respira, ni siente, ni sueña. Nosotros sí. Y lo hacemos porque cada pieza dentro de nosotros está puesta con una lógica asombrosa, como si alguien lo hubiese planeado con infinito detalle y cariño.

Porque sí, no estamos hablando solo de ciencia. Esto tiene alma de arte. De propósito. De diseño. Y es que basta con observar cómo cada sistema se comunica con el otro, cómo todo se ajusta cuando te enamoras, disfrutas un bocadito, haces ejercicio o te asustas con una tormenta eléctrica, para sospechar que hay algo —o alguien— mucho más grande detrás de todo esto.

Un recorrido por tu propio cuerpo

  • El cerebro. Ese jefe silencioso. Pesa alrededor de kilo y medio, pero es el centro de control de todo. Decide si lloras con una película, si das ese paso difícil, si cantas en la ducha o resuelves un problema que te tenía loco. Maneja 86 mil millones de neuronas… y aún así, se le olvida dónde dejaste el celular.
  • El corazón. El motor que nunca se rinde. Late unas 100,000 veces al día. Sin excusas. Sin «hoy no puedo» o «necesito vacaciones». No hay domingos ni feriados. Está ahí, bombeando vida con cada latido.
  • Los pulmones. Esos dos gigantes silenciosos. Respiran sin que se lo pidas. Limpian, oxigenan, equilibran. Y a veces, cuando los descuidas o maltratas (por ejemplo, con el estúpido vicio del tabaquismo), hacen escándalo justo cuando te da tos en plena misa.
  • El hígado. El todoterreno. Filtra toxinas, produce bilis, guarda reservas de energía, ayuda a digerir. Debería tener tres puestos y cuatro títulos universitarios. Y no se queja.
  • Los riñones. Dos guardianes exigentes. Filtran unos 50 galones de sangre al día. Detectan impurezas como sabuesos y las desechan discretamente por donde ya sabemos.
  • El sistema nervioso. La autopista de la información. Señales eléctricas que van más rápido que tu Wi-Fi: hasta 400 km/h. Conecta cada rincón de tu organismo, sin necesidad de emparejamientos ni actualizaciones.
  • El sistema muscular y óseo. La estructura que sostiene todo y te permite pichangear, reír, caminar, abrazar, correr… o quedarte tirado en la cama, claro. Músculos, huesos y tendones tensados perfectamente, que aguantan hasta tus días más pesados.
  • El sistema digestivo. El alquimista interno. Convierte chicharrones, ensaladas, helados, taparacos y café en energía. No preguntes cómo, pero lo hace. Aunque a veces se toma sus libertades… y suelta algunos gases.

¿De verdad esto fue un accidente?

Con todo lo que ves —y lo que no ves— dentro de ti, ¿puede alguien creer que esto surgió por pura casualidad?

El cuerpo humano tiene la marca de una mente superior. De una inteligencia capaz de combinar lo funcional con lo bello, lo fuerte con lo sensible, lo físico con lo emocional. Porque además de caminar, pensar o respirar, también podemos amar, odiar, imaginar, perdonar, crear… y eso no se explica solo con átomos.

Así que, cuando te mires al espejo, detente un segundo más. No te fijes solo en lo que te gusta, o no te gusta, no veas si estás gordo o flaco, o necesitas un corte de pelo. Mira más profundo. Estás contemplando la maquinaria más perfecta del universo. Una creación tan compleja como hermosa. Una mezcla de ciencia, arte y alma. La obra maestra de una inteligencia brillante que pensó en todo.

¿Casualidad? No. Providencia.
¿Imperfecto? Quizá a ratos. Pero maravillosamente humano.

Porque sí, fuiste diseñado. Con propósito, con detalle, con amor. Y cada latido tuyo lo confirma.

Entradas relacionadas

LOS HILOS OCULTOS QUE CONTROLAN TU MENTE

EL PELIGRO DE LAS INTELIGENCIAS ARTIFICIALES EN LA EDUCACIÓN

DEL TELEGRAFO AL WHATSAPP : 113 AÑOS

4 com.

Tany Pinto Sotelo 16/05/2025 - 8:52 pm
Y. la maravilla de sus capacidades, dos de las cuales acabas de potenciar querido Carlos: pensamiento y lenguaje que nos separan definitivamente de los otros seres vivos de la creación y, de los que te has valido ahora, para recordarnos el maravilloso triple empaque en un solo organismo con los que,prodigiosamente hemos sido regalados. Estudiarnos con devoción religiosa y conocer en la total diferenciación humana, las cualidades que construyen nuestra identidad personal, que, es el mejor aporte que nos alcanzas gratis querido Carlos. Es un compendio de enciclopedia que debiéramos aprender de memoria a modo de tres lecciones adicionales : . Aprender de la fisiología de nuestro organismo el orden, organización de sistema, respeto, disciplina con que cada aparato, órgano, etc. cumple su misión sin perder su norte ni objetivo. . Agradecer a Quien lo tengamos que hacer, por el obsequio adherido a todos los humanos; quererlo, respetarlo, cuidarlo, protegerlo, desterrando por ejemplo, la idea maléfica aquello de " Yo hago de/con Mi cuerpo, lo que me da la gana " .Recordar la tremenda fragilidad de humanos ," Hemos nacido para morir " sin embargo la temporalidad de nuestro existir en su definitiva calidad de vida, es nuestra e ineludible responsabilidad. Felicitaciones. Carlos.
Carlos Antonio Casas 16/05/2025 - 9:36 pm
Querida Tany. Gracias por tus palabras tan generosas y lúcidas. Has leído el texto con los ojos del alma, y lo has elevado a nuevas alturas. Me emociona cómo captaste el sentido profundo: somos un triple regalo —cuerpo, mente y espíritu— que debemos contemplar con reverencia. Tus tres lecciones son valiosas y necesarias: aprender del orden del cuerpo, agradecer por el don recibido, y recordar nuestra fragilidad como un llamado a vivir con propósito. Cada una de ellas es una invitación a mirar la vida con más conciencia, y el cuerpo, no como propiedad, sino como casa sagrada. Gracias por enriquecer este espacio con tu reflexión tan clara y tan sentida. Tus palabras no son solo comentario, son eco, son abrazo, y también enseñanza. Con gratitud,
Hermógenes Rojas Sullca 16/05/2025 - 8:34 am
¿A quién o a qué agradecer por semejante maravilla humana?
Carlos Antonio Casas 16/05/2025 - 10:16 am
Algunos, entre los que me incluyo, simplemente le decimos Dios. Otros lo llaman Alá, Yahve, Zeus, Odín, Wiracocha, Pachamama o Buda, son simplemente distintas formas de expresar la misma búsqueda humana, diferentes perspectivas sobre una misma realidad, que nos sobrepasa. Hay quienes niegan la religión y pretenden no reconocer nada superior, atribuyendo todo a la evolución o al azar y explicándolo con la ciencia. Pero en el fondo, no dejan de contemplar algo maravilloso. Ese asombro, no es acaso, otra forma de reconocer algo más grande que nosotros mismos. En el fondo, mi querido profesor, todos intentamos entender y relacionarnos con el misterio de existir, aunque usemos palabras y caminos muy diferentes para hacerlo.
Agregar comentario

Este sitio web utiliza cookies para mejorar su experiencia. Suponemos que está de acuerdo, pero puede darse de baja si lo desea. Seguir leyendo